18 de marzo de 2009

ELOGIO DE MORITA (BUENOS AIRES, OTOÑO DEL 2009)




-¿Es cierto que la tía Morita era subversiva?- preguntó Bruno de golpe, a punto de ensartar con el tenedor una milanesa, y en el torpe movimiento desplegado, a punto también de desparramar la fuente entera en el mantel.
- Primero, sos una bestia- comenzó Carola, intervención que el chico juzgó como injusta e inoportuna, al carecer de registro de la rudeza habitual de sus movimientos y de sus consecuencias.
- ¿¿¿Por quéée´? – con tono desconcertado ante el dedo en alto de la madre que pretendía ser el primero de una lista de inconductas.
- Segundo… ¿De dónde sacaste ese concepto? “Subversivo, subversivo” – Carola remedó a una imaginaria figura de burgués asustado, abriendo los ojos y mirando a un lado y a otro, con las manos escondiendo la boca.
- Me lo dijo Rosa- recordó él con la boca llena y aferrando ahora la botella de jugo con tanta fuerza que la dejó deformada.
- ¡Rosa! ¿Y qué sabe Rosa de la vida de la tía Morita?- Se indignó.
- Y… si está en Estocolmo desde el 75….- pretendió razonar Bruno con un silogismo aún más irritante para ella que la supuesta calumnia de Rosa.
- ¡Y eso qué tiene que ver, por favor! – le interrumpió ella antes de que llegara a la conclusión. - ¿Vos estás en el último año de la secundaria? ¿No pertenecés a una casa en la que se habla de política?-
Tenía la particularidad de indignarse con las opiniones que siempre había considerado retrógradas y que aparecían en las bocas de sus hijos mayores con total naturalidad. No toleraba que Catalina, para señalar a una compañera, la tildara de negra de mierda, o que Bruno, para quejarse de un profesor, dijera es un Korky, y definitivamente la sacaba de quicio que hablaran de alguien diciendo es un villero, o aún peor es un negro cabeza como si la impacientara más el enroque lingüístico.
Si bien es cierto que la familia ya no pertenecía a los círculos progresistas en lo que Carola y Enrique se habían conocido, ella daba por sentado que los hijos debían necesariamente conocer que ellos estaban a favor del aborto, de la despenalización de la droga y de la abolición de la propiedad privada, por lo que el comentario de Bruno podía entenderse como que el chico no percibía algunas señales que emitía su familia, o que lo hacía para que su madre se escandalizara y pusiese a prueba su serenidad.
Bruno trató de ser lo menos hiriente posible, aunque el enunciado de su madre le resultaba ampliamente estrafalario. ¿De política? Pensó para sí ¿Cuándo se habla de política acá? Y trató de entender:
- Pero… ¿Por qué se fue a Estocolomo hace como treinta años? ¿A pasear?- Catalina largó por la nariz el jugo de pera que estaba tragando y quedó en una convulsión muda riendo del comentario de Bruno, que la miraba sin saber qué le había causado tanta gracia.
- No seas boludo- quiso exponerle Carola – Se fue por seguridad.
- ¡AHHHHH!!! ¡Entonces sí era subversiva!- feliz por la concesión que entreveía en la réplica.
- ¡Pero no, Bruno! Militaba, estaba en las FAR, pero “ subversivo”, es una palabra que te pone en el lugar de la represión,¿ Entendés?.., de la dictadura- Dijo impaciente, para aclarar los tantos desde el principio, antes de que le contara la historia entera de la tía Morita, que para las generaciones nuevas era como un fantasma, puesto que desde el año 75 no había regresado nunca más a la Argentina, y sólo a veces tenían noticias de ella, ahora más asiduamente gracias a Internet.
- ¿ La de Perón?- preguntó ahora Catalina, haciéndose la seria, todavía con los ojos llorosos de la risa que la hubiese sacudido unos segundos atrás, y que aún afloraba cuando recordaba que Bruno había dicho “ Pasear”.
- ¿Cómo Perón? ¿A qué te referís? – Ya fuera de quicio Carola, mientras la chica revoleaba los ojos y se mordía los labios inferiores demostrando hartazgo ante cualquier intercambio con la madre - ¡La Dictadura Militar! ¡El golpe! ¿Ustedes saben que acá hubo un golpe militar en el 76?- Se desorientaba ella tratando de entender si todos los seres con los que hablaban tenían estas taras que impedían ubicar a los Filardi ideológicamente.
- Sí, sí….- terció Bruno- Pero la tía Morita se fue un año antes.
- Porque antes estaban las tres A, que significaba Alianza Anticomunista Argentina. – Se detuvo para no cargarlos de información-¿No dieron en el Colegio nada de eso ustedes? ¿Nunca oyeron hablar de López Rega?-
Los hijos la miraban como si hablara en una lengua muerta, hasta que Catalina, que era una especie de descendiente directa de Verónica Arias, largó:
- ¿Es el que escribió esa novela que dice… ¿ Quién lo mató? ¿Y todo el pueblo dice “El Comendador”?- con una expresión candorosa de júbilo por mostrarle a la madre que ella acertaba alguna vez una respuesta correcta.
Carola lanzó una carcajada tan formidable, que la chica quedó suspensa, esperando que pasara el momento de hilaridad, mientras sus ojos anhelantes parecían pedir explicaciones sobre la causa del exabrupto de su madre.
- ¡Mirá que sos burra, Cata! – Se agitaba Carola en medio de las carcajadas.- ¡Ése es Lope de Vega!- comentario que a Bruno le hizo acoplarse a sus risotadas, ya que hasta que no lo hubiera aclarado, éste no avizoraba la razón por la cual la madre se reía de tal manera,.- Y preguntan al pueblo….¿ Quién mató al comendador? Al que habían matado era AL comendador!!!- subrayaba Carola, ya casi desmayada de la risa, mientras Catalina iba ensombreciéndose y mirándola con un odio que se esmeraba por exagerar.
- Bueno – preguntó Bruno sonriente aún, pero tampoco viendo tan clara la razón de las burlas de su madre a su hermana.
- ¿ Y Lopez Rega quién es, al final?-
- En realidad – comenzó Carola después de ver cómo Catalina se hacía la que no escuchaba, con los brazos cruzados y los ojos clavados en el techo – Era el Ministro de Bienestar Social. Le decían “ El Brujo”, porque era astrólogo,… un personaje de mierda. Y fundó un grupo paramilitar, que se llamaba “ Alianza Anticomunista Argentina”, que mataba a militantes de la izquierda, a intelectuales, y…- se quedaba sin letra – bueno, entonces, muchos militantes muy comprometidos, antes de que llegara el golpe, se exiliaron – trató de sintetizar.
- Pero entonces… La tía Morita… ¿Posta que era guerrillera?- preguntó Bruno idealizando repentinamente a una tía de la que le llegaban fotos en las que veía a una mujer entrada en años, y a la que no podía hacer coincidir con las imágenes de una joven con una metralleta.
Carola no supo bien qué contestar, porque sabía bien que él era capaz de deformar la historia y contarles a todos sus compañeros que tenía una tía guerrillera, pero en la actualidad, por lo que optó por darle una réplica confusa que, en definitiva, no era insincera dado que ella misma no había terminado nunca de entender la historia de Morita.
- La tía Morita era militante revolucionaria- defendió - Y ésos eran años especiales, de los que ustedes no tienen ni la más puta idea- decretó por fin, observando a sus hijos que esperaban que narrara cómo Morita había escapado de alguna emboscada, o cómo había subido a un avión con peluca y anteojos negros.
- ¿Cómo revolucionaria?- intervino Catalina, ahora más interesada y menos molesta por el escarnio al que fuera sometida por su madre en la confusión entre Lopez Rega y Lope de Vega.
Y cargó aún más las tintas
- ¿Era militar?-
Carola comenzó a sentir aversión por la muchachita, quien mientras largaba una a una acotaciones desatinadas, mordía persistentemente una tapita de coca cola como si fuese un chicle, con la pierna derecha en alto.
- Sentate bien, querés – comenzó - ¿Qué preguntás, Catalina?
¿Cómo va a ser militar una mujer? ¿Vos no sabés que los militares son hombres?
- Ehhhh – se defendió - ¿Y qué tiene que ver eso?
Bruno, que a la hora de discutir con alguien, siempre lo hacía con su hermana para atormentarla, inesperadamente armonizó con ella, y aún remató:
-Seguro, mamá. No tiene nada que ver. ¿O no hay mujeres policías?
- ¡Pero no en el ejército! – casi gritó, aunque de pronto comenzó a desconfiar de su propia certeza en la aseveración, por más que no iba a dar el brazo a torcer frente a sus hijos ni loca que estuviera. Tampoco estaba muy segura de la razón por la que se irritaba con la ignorancia rematada de los chicos frente a la historia reciente de la Argentina, pero ella siempre había sido violenta con algunas situaciones de las que después de desatado un Campo de Agramante, no estaba en condiciones de sostener y mucho menos de defender.
- ¡Bueno, che!
- ¡Uhhh, cómo estamos, eu!- la miraban ahora con sorna y cuidado, como si hubieran ido a visitarla a un psiquiátrico y su caso fuera el de una loca furiosa que ataca a la propia familia cuando le lleva dulces.
- Yo te pregunté por qué era revolucionaria, nada más – se defendió Catalina. Ante la insistencia, y el aparente interés que demostraban frente a la historia de Morita, Carola dulcificó el gesto y trató de hablar ahora con giros didácticos:
- A ver…. – pareció ordenar sus pensamientos como para no empezar con los fusilamientos de José León Suárez – En el 73 asumió Perón, ¿No? ….
- Noooo - la corrigió Bruno – En el 43, ¿¿¿no fue??
- ¿43? – se preguntó como para sí Catalina, acaso suponiendo que era una fecha de la prehistoria. Carola trataba de contestar las preguntas de sus hijos como podía, blandiendo asentimientos y negaciones a uno y a otra, pero ellos parecían hacer monólogos interiores que no aportaban ninguna luminiscencia al intercambio.
- ¡TE ESTOY HABLANDO DE LA TERCERA PRESIDENCIA, POR DIOS!- gritó de pronto, ya no sabía si a Bruno o a Catalina, y cayendo en la cuenta de que estaba desgañitándose inútilmente, puesto que inmediatamente sobrevendría el abucheo generalizado que sus arrebatos arrancaban a sus hijos.
- ¡Che…!Buenoooo! ¡No se te puede hablar!- contemporizó Bruno, ya harto.
- ¡Es que ustedes van al colegio al pedo! Bruno… ¡Vos este año votás! ¡No tenés idea de nada! ¡No sabés ni que Perón fue tres veces presidente!
- ¿Pero cómo tres veces? – Se perfilaban peligrosas las exigencias de Catalina - ¿Se puede tres veces? Naaaa, re bolacera, mamá- exclamó de pronto dando por terminada la conversación y colocándose los auriculares del MP4 que lograban aislarla del universo. Arrastrando los pies para demostrar que le había dejado de interesar la historia de Morita Arias, se encaminó hacia la sala para prender el televisor y arrojar impúdicamente en el sillón el control remoto, ya éste con peligro de engrosar la lista de mecanismos rotos por la desidia de los chicos Filardi.
Carola quedó con Bruno en el comedor diario, y mientras levantaba rabiosamente de la mesa los restos del almuerzo, comprendía que eran las tres de la tarde, que había perdido su siesta, y que ninguno de los tres había sacado nada en limpio de la plática, por lo que, más iracunda aún, se volvió a su hijo y concluyó, empuñando un tramontina como si fuese un alfanje:
- ¿Querés que te diga lo que pasa con ustedes? Que no estudian un sorete. Yo no puedo creer que en el colegio no les hablen de las tres A, del 24 de marzo, de la represión. Pago una fortuna y ustedes se rascan las bolas y preguntan cualquier boludez. Eso no es culpa nuestra, ¿eh?- se autocomplacía - Eso es responsabilidad de ustedes que son unos vagos de mierda-
Bruno se acomodó en la silla. Parecía más hombre.
- Ey, mamá. Mirá cómo te ponés. Al final…. ¿La tía Morita era o no subversiva?-
Carola suspiró, dejando el tramontina en el fregadero. Pensó que algo no funcionaba bien entre sus palabras, sus intenciones, sus deseos, sus recuerdos y su presente.
Y rápidamente, pegó un grito exigiendo a su hija que acudiera a levantar la mesa antes de que ella decidiera matarla, grito que, por lo demás, le permitiera hacerse la ofendida con la escena, le impidiera pedirle disculpas a Bruno por no haberle explicado nada de nada y que, de paso, vengara la tirria que le producía que Catalina no saliera de la casa hacia una asamblea con una yiska cruzada en su pecho y un disco de Quilapayún abajo del brazo.

3 comentarios:

  1. genial. la descripcion de carola y su enojo con ciertos terminos utilizados para describir a la gente me hizo acordar a mi.
    un beso claudia genia

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  2. coincido, leìa y me sentìa tan carola....muuuuy divertido, empece hace poco a leer este blog, vìa recomendacion, y cada vez me gusta mas!

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  3. me alegra, me alegra.... sólo quiero divertiros

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Deberán mentir hipócritamente si estas historias no les gustan, so pena de esperar mi saludo en la cola del supermercado y ver con desesperación que doy vuelta la cabeza, repentinamente interesada en el precio de la salsa tártara