1 de mayo de 2009

PIEDRA, PAPEL O TIJERA

Bruno percibió que Catalina había descubierto sus intenciones de continuar aspirando el aroma que emanaba del pelo de Sofía, que se acercaba a él y le caminaba cada vez más serpentina mientras fingía recoger todo lo que tuviera en las manos y milagrosamente se cayera al suelo: un vaso, el toallón, las ojotas, y hasta las servilletas de papel que volaban por la brisa y nadie se preocupaba, lógicamente, de reunir en la mesa en bollitos prolijos.
Él, sentado como si estuviera hundido en la reposera y no se pudiera levantar de ella por un castigo primordial, simulaba jugar con Bartolomé a piedra, papel o tijera; a cuyo movimiento de manos no sólo parecía perder como un aprendiz, sino que además, provocaba las protestas del chiquito ¡ Pero recién hiciste papel!, ya que, por seguir con la mirada el incómodo movimiento que Sofía ejercitara para pasar entre la mesa del jardín y su propia persona incrustada en la reposera, perdía la conexión del juego.
- Ay, me raspé – anunció ella tocándose los huesos de la cadera arriba de la cintita que ataba la bikini - ¿ Me soplás, Bru?- le pidió con los ojos entrecerrados, como si se estuviera por desmayar.
Él fue consciente del silencio incómodo que se suscitó entre los mayores, que interrumpieron la ronda del mate, y miraron a Sofía con asombro, en tanto que ella recibía inmediatamente la reconvención de Bárbara:
- Dejá de hacerte la pelotuda, querés – mientras continuaba como si tal cosa la conversación con Amanda – Lo que te estoy diciendo es que yo no pago ni en pedo 200 mangos una remera, entendés… Por principios-
Sofía mostró los dientes sobre los labios, poniéndose Seven Up en el raspón, y recogiendo con los dedos el líquido que sobraba, chupándoselos inmediatamente y mirando a Bruno con estudiada lentitud , mientras él hacía un ridículo movimiento de mano convertida en piedra, envuelta en el papel de la mano de Bartolomé, que ya le había ganado con ese símbolo en todas las instancias del torneo privado que tuvieran y que salvaba a Bruno de mostrar que estaba definitivamente alelado por las formas y las actitudes de su prima, con quien hasta el verano anterior veía televisión en la cama y quien, hasta ahí ni se le ocurría que pasara a ser la desconocida que coqueteaba peligrosamente con él delante de todos.
Ahora, en ese incipiente verano en el que aprovecharan el feriado del 8 de diciembre para armar el arbolito y llenar la pileta, todo parecía haber cambiado. Ya Sofía no le hablaba mirándolo a los ojos, ya no se reían juntos de las anécdotas del tío Polo, ya no buscaban sapos para ensartar con el tenedor del asado, ya no veían juntos la MTV narrando antes de que se presentaran todos los hechos aparentemente inconexos de los video clips de los grupos más ignotos del conurbano bonaerense ¿ Son los Pastos? Noooo… Fumata´s Shop. Uh… Me encantan.
Ahora, parecía que ella no le dirigía la palabra en toda la tarde, y sólo se comunicaba con alguien lejano por medio de mensajes de texto, los cuales al recibirlos, parecía que veía la cara del emisor en la pantalla, porque sonreía de un modo bobalicón a cada aviso de mensaje del celular, mientras masticaba chicle y lo enrollaba con los dedos afuera de la boca.
Los Arias se veían asiduamente, pero hacía tiempo que no pasaban juntos la tarde todos los integrantes. Ese día, hasta estaba Machaca, a quien habían sacado de la Clínica para que disfrutara con la familia, por más que ella no se diera por aludida y, sentada en la mejor reposera, a la sombra, preguntara cada diez minutos si no había llegado Morita de la facultad.
Bruno quedó perplejo desde que hubieran bajado de los autos y se hubieran saludado. Ella no le brindaba más que mensajes contradictorios. Casi ni lo miró al llegar, y al rato le comenzó a manosear un colgante que tenía con un colmillo, diciéndole con voz disfónica y seductora Ay… es re lindo, Bru..... Almorzó sentada frente a él, masticando despaciosamente y clavándole cada tanto una peligrosa mirada verde, que para Bruno representaba un espantoso abismo en el que caía directamente en la pasión más encendida por la misma prima hermana con la que construía castillos de arena en Villa Gesell cada vez que coincidían en las vacaciones y quien estaba a su lado en las fotos de cumpleaños en que todos los febreros soplaba una vela más y que con el correr del tiempo se convirtiera en un brillante número 17 azul y oro.
Catalina lo miraba ahora, con un gesto regulador, puesto que en el mundo no existía nadie más severo que su hermana para catalogar conductas que hicieran evidente el deseo erótico. Es re puta, para mí todos se enteraron que está caliente con vos…. le decía cada tanto, con una indiscreción rayana en la maldad al nombrar a una compañera que mirara a Bruno más de la cuenta, aparentando, además, ofenderse con él, como si fuera culpable de atraer las miradas de las amigas de la hermana.
Él no podía apartar los ojos de algunos detalles; la cadenita diminuta que adornaba el cuello, una cicatriz en el hombro que parecía una pequeña medialuna nocturna, la respiración con gotas resbalando de su garganta agitada cuando se tiraba en la lona después de salir de la pileta.
Sintió unas tremendas ganas de llorar, un irremisible desasosiego, una fatal necesidad de ser Bartolomé, cuya única preocupación del momento era que Pablo no le permitía meterse en la pileta a las ocho de la noche.
Mientras tanto, no escuchaba a Carola,¿¡Podés correrte de ahí, Bruno, por favor!? no participaba de las bromas pesadas de Polo a Machaca ¡Tía… Me parece que vino a visitarla Atilio Marinelli!, no reía ante las respuestas de ella, que dejaban a todos en una hilaridad permanente durante dos o tres minutos de lanzada su voz de hombre ¿Por qué no te vas a la mierda, Evaristo?, y continuaba jugando con Bartolomé, ahora al fútbol, pateando con una fuerza inusitada la pelota y enviándola al techo, acaso para obligarse a subirse allí para buscarla y desaparecer volando como un pájaro, olvidando para siempre el impacto angustioso que le producía el olor del pelo de Sofía, el fino cuello, la cicatriz en el hombro y el raspón en la cadera, cuya consecuencia del gesto de ella fue mucho peor que si le hubiera obedecido y le hubiera soplado.
Y frente a este movimiento de su alma que buscaba desesperada dónde situarse en adelante para que nadie supiera su secreto, frente a la inevitable consecuencia en las relaciones familiares que entreveía si alguien notaba que Sofía le gustaba como no le había gustado nada ni nadie en toda su vida despreocupada y feliz hasta ahora, escuchó la voz de Bartolomé que le susurraba quedamente, mientras simulaba golpear su tijera con la piedra y subía la cabeza para hablarle al oído…. No voy a decirle nada a nadie…

10 comentarios:

  1. quien no tuvo una prima asi?
    me encantó, pobre Bruno, no puede ser ingenuo nunca mas...como no va a querer ser mas chico si como dice la canción...love hurts
    "...El amor lastima, el amor hace cicatrices, el amor hiere, y estropea
    Cualquier corazón, que no sea resistente o lo bastante fuerte
    Para aguantar mucho dolor
    El amor es como una nube, que guarda mucha lluvia...."


    CE a.k.a. Killing ( y sus cataratas de éxitos)

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  2. qué bello comentario, Killing. Pero no me has dicho nada de la carcajada que debes haber lanzado al leer "Atilio Marinelli....."

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  3. Brunito...Brunito...lo que te espera con esta chica, ...y sobretodo con la madre de la criatura si se da cuenta! bello relato de la sensacion del adoslecente

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  4. Ya se dio cuenta!!! Pero todavía no le parece tan grave.... Esperemos un poco....

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  5. Y ella? Que pichòn de yegua!
    Va a convertir en un tormento cada reuniòn familiar para el pobre "Bru"

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  6. es puta, no hay nada que hacerle....

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  7. ...perdón...adolescente....
    Si, Barbara se dio cuenta que estaba histeriqueando la hijita, pero a lo mejor pensó simplemente que era una pelotuda, como bien le dijo. La posta es de Catalina! y ni hablar del primito...

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  8. entre ellos se tapan.... eso es así. Los grandes, quedamos afuera, por suerte para ellos

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  9. No son realmente lindo estos juegos que a veces se dan?

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  10. Para Bruno... No mucho. Sofía está aprendiendo.... Pero sí, son lindos, para qué vamos a negarlo....

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Deberán mentir hipócritamente si estas historias no les gustan, so pena de esperar mi saludo en la cola del supermercado y ver con desesperación que doy vuelta la cabeza, repentinamente interesada en el precio de la salsa tártara