24 de junio de 2010

algunos poemas minúsculos


I- El escritorio

Desde su sitial, con el ceño lleno de sombra,
no era aquél
no lo era....
¿El que tenía la voz de Zein Alazman?
¿El que ponía los ojos de Mandinga?
No... No era
La miraba, y ella iba sintiendo
que se iba transformando en agua,
en un objetito callado,
que su peinado era inoportuno
porque...
¿Cómo peinarse para ir a pedir perdón?
¿Cómo mirar?
¿Cómo atreverse a decir que no, que no quiso, que le salió,
que ojalá no hubiese sucedido lo que ya ni recuerda?
Él la miraba, y ella se perdía en los lomos de los libros
que, como lobos australes,
vigilaban que no se moviera del asiento
en el que sus piernitas colgaban
y después, sólo después,
le hormigueaban
"La carga de la Prueba",
" La España Musulmana"
" Vidas Paralelas"
y ella ya no lo escuchaba,
sólo necesitaba
salir de allí,
aplastarse como las flores en medio de las páginas
desaparecer
no haber sido nunca
y entonces,
entonces lo decía.
Pero....
" Vaya hija, usted no está verdaderamente arrepentida"




II- Presente imperfecto compuesto

Esos dos
que ahora no se conocen
se han incriminado en lesiones
en los limites moribundos del horror
han caminado el túnel lóbrego
de un tren fantasma
que la kermesse olvidó de retirar
han mirado un espejo quebrado
por el golpe solitario e inútilmente teatral
de un zapato
contra el azogue.

Pero esos dos
conocieron menos palabras de alfanjes certeros
cuyo hundimiento significaba errar como un ciego
supieron no haber torpemente triunfado
vociferando,
mientras la soga
se iba anudando, como una serpiente,
en el cuello.

III- Papeles de recién nacida

A despertarme en un ataúd
acolchado, de colores tenues
que nadie puede mirar
sólo yo porque estoy de ese lado
A escuchar el relato de
la muerte lenta y agónica
que los ahorcados cuentan
en el Infierno
A ser condenada a muerte
y quedarme hasta el fin de la sentencia
sin haber entendido que era
mi propio nombre el que sonaba
A ver el espejo redondo
perfecto
y monstruoso
de la verdad sobre mi propia vida
A cartearme con engendros
que llegan caminando desde el más allá
y me recuerdan
los hechos más vergonzosos de mi historia
aquella maldad, aquel acto innoble
aquel dicterio contra la naturaleza misma del amor
A comprender,
en el ataúd, en el Infierno, en la sentencia
en el espejo, en las cartas
en lo hechos
que yo y sólo yo
puedo ser quien libere el desatino.....

IV- poema en minúscula

chicas con hot pants
bailando en cronopio
(todo con minúscula,
porque es en voz muy baja)
naranjas reventadas
abajo de las ruedas de Peugeots 404
bombitas de agua sólo a la siesta
espuma en los ojos antes de la medianoche
chicos que escuchan discos en garages
y leen las tapas, y buscan ser Fogerty,
y creen que esa tarde en el asalto
van a sacarla a bailar
por lo que se perfuman con Krandall´s
y se ponen una Lacoste y un pantalón
de Eduardo Sport
y a veces, sólo a veces,
se engominan el pelo peinado para atrás
(suenan ametralladoras, suenan bombas,
hay olor a muerte fresca,
pero ellos son aún inocentes
y creen que el más atroz malvado
es Nicola, o Dispinzieri, o Vapore....)

¿qué tiempo es el tiempo que nos llevó
de la ciudad de nombre soñador
a la ciudad de los muertos con esquirlas?
¿qué cometa, qué eclipse de sol, qué fin del mundo
nos tabicó,
nos trasladó,
nos liberó tras la feroz tortura?
¿por qué no gritamos?

El tiempo es un monstruo voraz
que se ríe
desde el fondo oscuro del espejo

No hay comentarios:

Publicar un comentario

Deberán mentir hipócritamente si estas historias no les gustan, so pena de esperar mi saludo en la cola del supermercado y ver con desesperación que doy vuelta la cabeza, repentinamente interesada en el precio de la salsa tártara