1 de marzo de 2009

EL SECRETO DE AMANDA





Olfateando el peligro, escuchó la voz de la madre que le anunciaba que esa tarde iría a visitarla. Aparentemente intentaba hablar con ella de algún asuntito álgido pues la respuesta que dio al requerimiento de Carola fue Ya vamos a hablar. Esa misma frase, dicha 30 años atrás, hubiera desencadenado una lista interminable de hechos que ella hubiera guardado celosamente, siempre alarmada por que se descubriesen, por más que resultaran nulas las posibilidades de que llegaran a oídos de sus padres. Ahora, con casi cuarenta y cinco años, el enunciado sólo podía albergar algo que la madre quisiera transmitirle solemnemente, y, conociéndola, podría ser, por lo menos, arriesgado.
La mujer era viuda desde hacía 10 años, y si bien los inicios de la ausencia del marido no fueron fáciles, especialmente para Carola y sus hermanas, ya su vida parecía acomodada al nuevo statu quo de anciana sola que se autoabastece, pasea en excursiones con las amigas que aún viven o toma cursos para mantenerse ocupada, por lo que la vida de las hermanas Arias dejó de ser el de las hijas que acompañan a su madre viuda, para transformarse en la de las mujeres que visitan a otra mujer que las escucha, les consulta y también les pide favores. A cambio de cuidar al maltés inapetente cuando la madre viajaba, ellas le pedían que cuidara a los más chiquitos cuando salían, o a cambio de regar las plantas, ellas dejaban que les regalara la única ropa costosa que despertaba elogios en sus amigas.
Pero ahora, su madre pretendía una conversación que amenazaba ser extensa, profunda e importante, por lo que decidió llamar a sus hermanas antes de escuchar el timbre. Las tres le contestaron no sólo que estaban al tanto de la charla que intentaba entablar la madre, sino que además, para aumentar el sentimiento siniestro que se estaba apoderando de Carola, que estaban citadas a su casa ellas también, por lo que, después de adjetivar a la madre de metida y manipuladora, entendieron que se trataba de algo tramado de antemano, estudiado y con todos los pasos previstos.
Bárbara y Constanza aparecieron juntas, pues juntas estaban cuando la madre las había convocado y juntas morirían, como gemelas que eran. Verónica llegó después, a decir verdad, la única puntual, puesto que las otras casi habían interrumpido el almuerzo, desconsideradas como eran, ya que se nos hizo temprano. ¿Qué están comiendo? Antes de que llegara la madre, repasaron una a una las posibilidades del tema que la anciana quería conversar con ellas Para mí que quiere repartir la herencia en vida, No, ni en pedo... Debe querer visitar a la tía Pituca a Méjico... Nooooo, .....Debe tener un novio.¿ A los 77 años? Estás loca... ¿Mamá? ¿con lo histérica que es?¡ Apenas aguantó a papá hasta que se murió..!. bueno, pero quién te dice que, posibilidades todas que cada una esgrimía descalificando siempre la de las otras y ninguna de las cuales les cerraba como la más acertada.
Finalmente llegó la madre, con su habitual elegancia, con su habitual parsimonia, y su habitual iniquidad para saludar primeramente a cada uno de los cuatro hijos de Carola que jugaban desparramados por cada habitación de la casa, antes de entrar a la cocina donde estaban sus hijas, en un cuadro enfermizo de ansiedad.
- Bueno... Vos dirás...- Empezó Carola comprometida por nadie a tomar la posta para iniciar la conversación de un modo recomendable, sobre todo para las hermanas, que se comían las uñas, prendían cigarrillos uno tras otro o tiraban el azúcar de las cucharitas cada vez que las echaban al café, en razón del ligero temblor que se apoderaba de sus miembros.
- Bueno.... Cómo te diré....- ensayó la madre, con un latiguillo usado desde los años 40, en que copiaba el modo de hablar de Amelia Bence.- Trataré de explicarme...
- Dale, mami...- insinuó Verónica hablando como una nena, mientras alargaba una mano hacia ella para animarla- ¿Qué puede ser tan grave?-
La anciana le devolvió una mirada llena de gratitud, y antes de que Verónica retirara el brazo horrorizada, anunció:
- Estoy chateando con David Lebon....- interrumpiéndose casi aliviada y midiendo las reacciones de sus hijas por sus gestos, es decir, el retirar la mano de Verónica, la boca abierta de Carola, las miradas recíprocas entre Constanza y Bárbara, el alarido de las cuatro:
- ¿ QUÉ DECÍS?!- al unísono, o lo que pudo traducir la madre de las sonidos dislocados de las cuatro bocas abiertas de las que parecían emerger serpientes.
- Pero ¿vos estás loca? ¿Sabés lo que estás diciendo? ¿ David Lebon? ¿ Tenés idea de quién es David Lebon? ¡Te enloqueciste, mamá!-
Ante la profusa gritería, los hijos de Carola acudieron corriendo hasta la puerta de la cocina para identificar si existía una posibilidad real de catástrofe, pero se retiraron inmediatamente al notar que no era más que una conversación de esas mujeres que los tenían acostumbrados a hablar todas juntas y elevando siempre un tono para tapar a las otras. Ellas moderaron el volumen para no impresionar a los chicos, pero resultó un gesto inútil, puesto que el más grande serenó a los hermanos No, no es nada... Se están peleando otra vez.... mientras tomaba la cabeza del más chiquito entre sus manos y lo guiaba hacia el cuarto como a un cieguito. Carola, para descargar la tensión que su madre le estaba ocasionando con tal desatino, advirtió amenazante a su hijo mayor :
- ¡ Lo tirás al suelo y no te olvidás nunca más en la vida de la trompada que te doy, acá mismo, adelante de todos- como si al chico le importara más pasar un papelón que recibir una trompada inusitada, y sin ninguna responsabilidad por la irritación de Carola.
- Bueeeeeno- exageró las es de la aceptación el hijo, mostrando su disconformidad con el correctivo y con el repentino desorden mental de su madre. Las hermanas seguían discutiendo con Amanda, que negaba con la cabeza a cada pregunta que le hacían, y se mantenía en sus trece:
- No me están entendiendo-
- ¿ Qué no entendemos? ¿ Que te calentaste con un pendejo?- terció Bárbara con falta de tacto.
- Buéh, muy pendejo... David Lebon....- recordó Constanza - más bien es un viejo-
- Pero no para ella, idiota- insitía la otra- Es un drogón, un dipsómano, un inútil, lo echaron de todos los grupos por burro-
- Ehhhh, no!- se indignó Carola que tenía un pasado de fan de Serú Giran- "Seminare" la hizo él, no?
- Nooo, - descalificó Verónica que con 31 ańos cumplidos sólo lo había visto en la televisión participando de talk shows y cantando desafinadamente canciones pasadas de moda- Él la cantaba, con esa voz de pito.... "Quierover, quieroentrar, nenanadietevacermalll.....-
- ¡Exceptoamarteeee! - corearon las hermanas, transportadas por un minuto, o tal vez para que no quedaran dudas de que conocían todo el repertorio de cada uno de los rockeros setentistas enrolados en el reviente del siglo anterior y, por lo tanto, declarándose especialistas en David Lebon.
- Buén, che, pero es un tipo valioso......- contemporizaba Carola, quien después del grito que le había proferido injustamente a su hijo mayor, parecía más calma y menos resistente a la relación de su madre con quien hacía unos minutos había rechazado de plano apenas escuchado el nombre. Bárbara era quien parecía más inflexible
- ¿ Sabés lo que quiere? ¿ Sabés lo que quiere? - preguntaba acercándose irrespetuosamente a su madre- ¡¡¡ Tu guita quiere!!!! ¡¡¡ Tu guita!!!. ¿ No te das cuenta de que no trabaja?? ¿ No te das cuenta de que es un lumpen???- perdiendo completamente los estribos y asimilándose sospechosamente a un chofer de ómnibus del conurbano bonaerense.
- Eso sí, mama, tenés que darte cuenta. ¿ No salió con Pata Villanueva?- buscó aceptación Constanza - Bueno... ¿Vos te creés que estás para el reviente de ese ambiente?? ¿ Vos te imaginás escapándote de los fotógrafos corriendo? Te quebrás una pierna y te quedás baldada para toda la vida, queridaaa!!!-
- Tanto como fotógrafos...- dudó Carola
- Además, a ver - interrumpió Verónica que parecía contagiada de la ira de las gemelas, pese a que al principio fue más diplomática.- ¿ Desde cuándo chateás, vos? ¿ Estás segura de que es David Lebon? ¿ Cómo te cerciorás de que no es un degenerado que quiere violarte?? -
- Y...- aclaró Carola - Por las fotos....-
- ¿ Pero sos idiota??? Vamos a la computadora, vamos, vamos - la tomaba de la mano haciéndole daño en la muñeca y remedaba ir hacia el estudio donde estaba la notebook - Te pongo google, imágenes, David Lebon y te aparece una chorrera de fotos del tipo…-
-Pero pará, tarada, me estás apretando la muñeca-
-ˇ¡¡¡No importa esoooo!!! - gritaba Bárbara para que sus hermanas no gastaran energías y se concentraran en vencer a su madre en la discusión, y si es posible, en que la convencieran que a partir de ahora no tomaría ni una sola decisión más sin consultarlas a ellas. -¡ Sería mejor que no fuera David Lebon! ¿ Te das cuenta?
- ¡ Qué papelón, mamá, dejate de joder!- continuaba Constanza apoyando a su gemela con un argumento vergonzoso.- ¡¡Mejor que ni se enteren mis suegros de esto, mejor que ni se enteren!! ¡¡ David Lebon!! Si me dijeras que andás con un hombre mayor, que se acompañan, viajan juntos... no sé... - buscaba ejemplos haciendo un vago movimiento con la mano, como para atrapar más ejemplos de la vida de dos amantes seniles- Pero... ¿David Lebon?
- Por favor,- clamaba Amanda en tanto- déjenme hablar, che-
- Sí, mamá... Desde ya te digo que vas a terminar mal. Vas a terminar sin un mango, o envuelta en un escándalo, se van a enterar todas las viejas con las que viajás y te vas a quedar sola, encerrada en tu departamento con Yuky- quiso convencerla Carola, pero la mención al maltés inapetente hizo retorcer de risa a las otras tres hermanas, mientras Amanda cerraba los ojos y movía la cabeza en un gesto desaprobatorio de sus hijas que congelaban por un instante el caos familiar para divertirse con un cuadro deprimente de su soledad con el pobre Yuky, con más años que su viudez.
- Además... A ver... No le habrás dicho dónde vivís, cuántas propiedades tenés, todo eso, ¿no? Mirá que en vez de sola vas a terminar con una cuchillada. No estoy hablando boludeces, ehhh- advertía Bárbara, sin concesión y enarbolando argumentos y palabrotas que pretendían asustar tanto a su madre como a quien la quisiera escuchar, por si no hubiesen tenido en cuenta esas alternativas sórdidas.
- Nooo?...- la interrogaba Constanza- ¿ No le dijiste dónde vivías, no? ¿No le dijiste cuántas propiedades tenías, no? - sin comprender que repetía sin modificación las razones de su hermana.
- Parece mentira, che.- acotaba Verónica para no quedarse callada - ¡¡¡David Lebon!!! Vos perdoname, mamita, que te hable así, pero se ve que hemos llegado a un momento en que tendrías que recostarte más en nosotras... Quiero decir... - trató de no exagerar la propuesta- que nos consultes sobre esas cosas-
- ¿ Qué cosas?- preguntó de pronto Amanda, irguiendo imperceptiblemente la cabeza y endureciendo la mirada, aparentemente ya harta del discurrir de sus hijas, que no paraban de agraviarla, al fin, reduciéndola a una vieja gagá que se dejaba seducir por un degenerado que quería quedarse con su dinero.
- ¡Qué cosas!! ¡¡ Qué cosas!!- la remedó Bárbara- Andás con un marginal, con un tipo del rock, que aparece en tele en programas pedorros, que lo único que hace es..-
- Mamá.... mamá....- la reconvenían las otras -¿ Cómo qué cosas? ¿ Te tenemos que explicar qué cosas??
- Sí - contestó de pronto - Me tienen que explicar. ¿ Qué es lo que para ustedes hace David Lebon? ¿A ver, qué?
- Buéh, justamente - agregó Carola - Nadie sabe muy bien porque el tipo...
- El tipo... el tipo... - se disgustó Amanda
- Bueeeno, buenooo!!! - ironizaron - ¿Qué querés que le digamos?¿ Nuestro padrastro??- vociferaba Bárbara
- No, Bárbara, no seas payasa, por favor, y pará acá- Bárbara quedó mohína, las otras en un silencio tenso. Por fin Amanda se levantó de la silla en la que había estado prácticamente estaqueada escuchando a las hijas y antes de irse, agregó:
- Estoy chateando con David Lebon porque tiene un sitio en el que cada uno pone cosas, ¿no? Ustedes saben de esas cosas. Entonces la hija de Marilina, un día me dijo que estaba probando a chicos que toquen la guitarra y el bajo. Martín toca el bajo¿ No, Carola? Y como ustedes me dijeron el otro día cuando la llevé a Sol a la peluquería que cuando quisiera hacer algo con sus hijos les avisara, entonces se me ocurrió... que podríamos pasar una linda tarde tomando algo acá en lo de Carolita, les preguntaba si no era muy desubicado, y de paso escribían ustedes.... ¿ no?-
Cuando terminó, feliz de avergonzarlas,Verónica gritó aliviada
- ¡¡¡Pero mamá!!! ¡¡¡ Eso no es chatear!!! ¡¡¡¡ Eso debe ser un blog!!!! y mientras las cuatro desencajaban sus rostros en risotadas estruendosas y gestos de hilaridad incontenible, Amanda pensó que si se retiraba en ese momento, las cuatro ni se enterarían que ya no estaba; que nunca entendería las computadoras y que, evidentemente, no era momento de presentarles a Víctor puesto que si David Lebon les hubo parecido un viejo, los ochenta y cinco años de su nueva pareja y su consumada sordera, las iba a desilusionar por entero.
Suspiró, saludó a sus nietos y con el eco de las carcajadas y los comentarios indescifrables que se iban apagando tras sus taconeos en la galería, abrió la puerta y se dirigió al geriátrico donde Víctor la esperaba para tomar el té.

2 comentarios:

Deberán mentir hipócritamente si estas historias no les gustan, so pena de esperar mi saludo en la cola del supermercado y ver con desesperación que doy vuelta la cabeza, repentinamente interesada en el precio de la salsa tártara